A 15 años de la Ley 26.150: un análisis de desafíos y resistencias

La prevención es una cuestión fundamental
Por Daniel Héctor Saban
La mala o escasa educación sexual aumenta la probabilidad de que niños, niñas y adolescentes recurran al aprendizaje a través de la pornografía.
La ESI es un espacio sistemático de enseñanza y aprendizaje que promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones conscientes en relación con el cuidado del propio cuerpo, y el ejercicio de la sexualidad, referido a los derechos de niñas, niños y adolescentes. Es una propuesta educativa, ordenada por la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral, la cual establece el derecho de estudiantes de todos los niveles de enseñanza a recibir educación sexual en los establecimientos educativos de gestión estatal y privada.
¿Dónde nace la necesidad de pensar esta ley?
A fines de 2007, la Unesco puso en marcha un programa de trabajo sobre educación sexual destinado, en un comienzo a fortalecer las labores de prevención del VIH entre niñeces y jóvenes, pero también con la mira puesta en crear objetivos en materia sexual y reproductiva, cómo ser la prevención de infecciones de trasmisión sexual (ITS) y de embarazos no planificados.
El objetivo de la ESI constituye el aprendizaje transversal de conocimientos basados en datos empíricos, habilidades, actitudes y valores para que todo el mundo pueda disfrutar de una sexualidad sana, digna basada esencialmente en el respeto.
Mediante el aporte de una información veraz, democrática y multidisciplinar se pretende educar en sexualidad en un sentido amplio. De esa manera se debe pasar de una educación prevencionista, que aporta información en infecciones de transmisión sexual (ITS), en embarazos no planificados, y en la reproducción hacía un esquema que se base en las diversidades sexuales y afectivas, cómo también en el placer sexual.
Estudios efectuados por el organismo confirmaron que la educación sexual constituye un mecanismo esencial para la prevención del VIH entre jóvenes, arribando a la conclusión de que se puede obtener una buena relación costo-eficacia y lograr un ahorro significativo con programas similares.
Los programas de educación sexual suelen ser muy eficaces y rentables cumpliendo con el objetivo de reducir problemas sanitarios tales cómo las infecciones por el VIH y otras ITS cómo también los embarazos no planificados.
Se recomienda la implementación de programas curriculares obligatorios dado que los mismos logran una mayor efectividad. Siempre que fuera posible los temarios deberían integrarse gradualmente en los planes nacionales para lograr una mayor validación.
Las planificaciones breves tienen menores posibilidades de eficacia y las normas internacionales recomiendan de 12 a 20 lecciones cómo mínimo, de más de una hora de promedio.
La educación sexual es un tema delicado que necesita un planeamiento adecuado con una amplia gama de actividades de promoción y divulgación.
La sexualidad existe incluso antes de nacer, asignando al feto un género, proyectado por sus progenitores. Durante la infancia se va desarrollando la sexualidad, tanto en el aspecto físico como en la búsqueda de la identidad.
Pero es durante la pubertad que los comportamientos sexuales pasan a tener una finalidad de disfrute erótico y empieza el camino de la socialización con otras personas a través de la sexualidad propia. En este tiempo cuando se perfila el autoconcepto sexual que se perfila en la identidad de género, la orientación sexual y la expresión de género
Por todo esto, la ESI apuesta a empezar una la educación en sexualidad desde el jardín de infantes. Para que ésta sea integral no solo es preciso que sea veraz, democrática y científica, centrada en el bienestar colectivo y en el placer, sino que los gobiernos deben garantizar la misma en toda su población, en todas las capas sociales dándole prioridad a la esfera educativa.
No todos los países tienen el mismo enfoque sobre la ESI, ni aceptan la recomendación efectuada por OMS, quien sugiere que la misma debe iniciarse en edades tempranas. Los datos lo confirman, y en un informe elaborado por Save The Children titulado Desinformación Sexual, indica que, de media, los jóvenes acceden por primera vez a material pornográfico a los 12 años, y casi siete de cada 10, el 68,2%, lo consumen en forma frecuente. Generalmente acceden en la intimidad y con sus teléfonos móviles, accediendo en un 98,5% a contenidos gratuitos asociados a la violencia.
La sexualidad es una parte inevitable de la vida y para poder combatir los tabúes alrededor del sexo lo fundamental es poder hablar de ello con naturalidad. Desde Save the Children afirman que: “para poder romper el tabú especialmente en el ámbito de la familia, es necesario construir un clima y dialogo basado en la confianza entre los niños y las personas adultas”.
La Ley 26.150 estableció el derecho a recibir contenidos de educación sexual integral en las escuelas públicas y privadas del país, pero la norma es resistida.
Julia López, editora de genero de la UNCUYO (Universidad Nacional de Cuyo), explico: “La Ley 26.150 es de 2006, y más allá de que no se implemente, se celebra la conquista de un derecho. Lo que hizo este programa fue reconocer la Educación Sexual Integral como un derecho, particularmente para niñas, niñez y adolescentes, a los cuales posiciono como sujetos de derecho”. Y agrego que: “La ESI se propone como un espacio de enseñanza y aprendizaje para cuidar el cuerpo y la salud para garantizar la equidad de género, respetar la diversidad, disfrutar la sexualidad y valorar la afectividad”.
La idea es tratar de incorporar la ESI dentro de las currículas, dentro de los programas para lograr información precisa. A pesar de todo el esfuerzo se siguen observando embarazos no deseados, relaciones descuidadas e infecciones de transmisión sexual.
“Escuelas, padres o madres no pueden impedir el cumplimiento de la ESI. La campaña organizada #ConMisHijosNoTeMetas, planteo que cada persona puede decidir si se ensena o no, o como se enseña ESI”, sostuvo López.
Para lograr un desarrollo integral se necesita educación sexual de calidad en la escuela, a pesar de la controversia que ha venido generando la enseñanza de esta. Aunque tiene detractores la realidad es que es necesaria para el desarrollo de niñas, niños y adolescentes. La inclusión del enfoque de género constituye una prioridad para el Gobierno, dado que, bajo esta mirada, la ESI ayuda a prevenir la violencia sexual a partir del conocimiento de los derechos y el empoderamiento para tomar decisiones informadas.
El enfoque de género ayuda a promover la igualdad de género eliminando patrones machistas. Una educación integral no solo debe enfocarse en la parte cognitiva, sino que también es necesario que incluya aprendizajes para el desarrollo físico, social y emocional de niñas, niños y adolescentes, brindando herramientas para la vida que les permitan enfrentar los retos diarios, tomar mejores decisiones y armar un plan de vida organizada.
Daniel Héctor Saban
@danielhectorsa3