Abuso sexual: educar en el consentimiento

Desde el comienzo de clases, noticias relacionadas con casos de abuso sexual entre iguales dentro de las instituciones comenzaron a aparecer. La ausencia de la ESI en las escuelas sigue demostrando que hay temas de los cuales no se habla. ¿Por qué se produce el abuso entre pares? ¿Qué se puede hacer para frenar estas conductas?
Por María Inés Alvarado*
En primer lugar, hay que definir bien los términos. El concepto de abuso sexual entre iguales (o pares) hace referencia al que se produce entre menores de edad, y no participa de manera visible una persona adulta. Es una situación que excede las relaciones de pareja, es mucho más habitual de lo que se piensa y ocurre tanto en las casas como dentro de las escuelas. Al igual que en otras tantas situaciones abusivas, existe una desigualdad de poder ya sea marcada por la diferencia de edad, por la madurez intelectual o por la fuerza. Es uno de los tantos motivos por los cuales seguimos exigiendo la real aplicación de la ESI en todos los ámbitos educativos.
En ocasiones la gente adulta suele normalizar algunas prácticas que no ayudan a diferenciar el abuso de los juegos sexuales exploratorios durante la infancia, producto de la curiosidad típica del desarrollo. Es cierto que durante la infancia son habituales interacciones tales como observarse, tocarse y enseñar los genitales, producto de la curiosidad y prácticas que pueden aceptarse siempre que se den como parte de un juego y sin coacción. La mayoría de las veces, estas prácticas se dan entre pares de la misma edad o sin desigualdad de poder y no son producto de la excitación ni surgen de algún tipo de eroticidad.

Pero, la naturalización de la violencia agravada por el temor que sienten niñeces y adolescencias a hablar con personas adultas acerca de la sexualidad, sigue provocando silencios alrededor de estos temas, que terminan siendo noticia cuando explotan en palabras de alguna víctima.
Por eso es importante no normalizar, y trabajar de la mano de la ESI, en visibilizar aquellas conductas donde no hay consentimiento, porque entonces estamos hablando de abuso y ahí se debe hacer el foco. Explicar desde edades muy tempranas que en los juegos entre iguales nadie debe tocarles, ni obligarles a tocar las partes íntimas; que no hay ninguna razón por la cual compañeros o compañeras exhiban sus genitales o les pida que muestren los suyos o los fotografíe; que los besos y las caricias deben ser consentidos y consensuados, y que no son un juego.
En la Guía sobre Conductas Sexuales Problemáticas y Prácticas Abusivas Sexuales, publicada por la ONG Paicabi y Aldeas Infantiles SOS LAAM, en Chile, se habla de “Prácticas Abusivas Sexuales” (PAS), para describir el abuso sexual entre pares. En ella se desarrollan los diferentes comportamientos y conductas que pueden resultar preocupantes para poder abordarlas. Pero, sin duda, la falta de educación sexual y la normalización de la violencia machista son situaciones que favorecen estos actos. También es importante entender que, en las situaciones de abuso sexual entre pares siempre hay dos víctimas, quien fue abusada y quien abusa, porque niñas y niños no registran la situación abusiva como tal y, por lo tanto, forma parte del mismo problema. Urge actuar. Y para esto es indispensable educar en el consentimiento, en el control del deseo propio y ajeno, en el cuidado personal del cuerpo y del cuerpo de quienes les rodean. Esto, también es parte de la ESI.
¿Cómo se educa en el consentimiento? Explicando todas las veces que sea posible que la intimidad y la integridad física son derechos absolutos. Que para llevar adelante cualquier tipo de práctica sexual con otra persona ambas deben estar activamente de acuerdo. El deseo de una de las partes no habilita a la otra. La actividad sexual sin consentimiento es un abuso, una violación o una agresión sexual. Lograr el consentimiento consiste en establecer límites personales y respetar los de la otra persona. El consentimiento sexual debe conseguirse libremente, sin ningún tipo de manipulación o coacción; debe darse desde el deseo y no desde la presión; debe ser claro con respecto a lo que ambas partes desean y consensuan hacer; no es absoluto, y el límite es individual de cada persona, momento o situación.

Por otro lado, también es necesario generar conciencia de que el silencio, la vergüenza y la culpa actúan como cómplices de quienes abusan. Educar que, ante una situación de abuso entre pares, si alguien lo sabe debe ayudar a las víctimas a hablarlo, deben acompañar de manera activa, deben buscar la confianza de alguna persona adulta. La escuela es el ámbito más indicado para habilitar a hablar de este tema. Cada docente tiene la obligación, como cualquier funcionaria o funcionario público, de acompañar y hacer una presentación ante el organismo correspondiente de llevar adelante una denuncia por la vulneración de derechos de niñas y niños.
Es imprescindible que las escuelas dediquen más tiempo en desarrollar acciones de educación sexual integral que respondan a estas situaciones puntuales, que ayude a reconocer que la violencia está inserta en todas las formas de relacionarse entre sí, que nadie debe sufrir violencia bajo ninguna circunstancia y que denunciar estos casos a tiempo es responsabilidad de toda la comunidad educativa.