La ESI cumplió 15 años

Este 4 de octubre último, la Ley 26150 de Educación Sexual Integral, cumplió 15 años de su sanción en aquella primavera de 2006. ¿Qué significan los 15 años de un hecho político y cultural significativo como la creación de un Programa Nacional? ¿Se la puede evaluar como una experiencia que alcanza la mayoría de edad? ¿O sólo debemos hacer una fiesta para presentarla en sociedad?
Por María Inés Alvarado
Para la cultura azteca, la celebración de los 15 años marcaba la transición de niña a mujer, la fiesta de “los quince” presentaba a las jóvenes en sociedad como mujeres capaces de procrear y, por lo tanto, aptas para el matrimonio. Esta tradición fue variando a lo largo de la historia, a veces celebrada como una fiesta majestuosa al estilo de una princesa de Disney, otras veces con un viaje que marca el inicio de una etapa de mayor protagonismo en la vida de las adolescentes. Los 15 años que lleva sancionada la ley que crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (PNESI), también necesita tener mayor protagonismo porque, en un país donde las políticas públicas dependen del humor del gobierno de turno, el balance de estos años es bastante irregular.

Haciendo un recorrido por Internet y redes sociales, la ESI circula por diferentes espacios. Páginas especializadas, plataformas educativas, agrupaciones políticas o fundaciones que brindan servicios. Pero también aparece de la mano de grupos de estudiantes referentes de distintas escuelas que buscan compartir y visibilizar experiencias; docentes militantes de la ESI que ofrecen cursos, servicios y capacitaciones a sus colegas; profesionales de la medicina y la sexología que se han vuelto influencers e instagramers, que habilitan discursos de temas sexuales con el objetivo de derribar tabúes y prejuicios, pero todas iniciativas que terminan siendo acciones individuales y no alcanzan para incluir los lineamientos curriculares específicos de toda una política educativa. Lineamientos que fueron desarrollados en una serie de materiales que están disponibles y al alcance de cada docente en la página del PNESI y a los cuales se puede acceder desde la web.
Sin duda la ESI marcó un antes y un después en lo que hace a las normativas que garantizan derechos en Argentina. Abrió el camino hacia otras leyes como la del matrimonio igualitario, la de identidad de género y la de la prevención de las violencias hacia las mujeres, entre otras. Posibilitó que miles de jóvenes y adolescentes conozcan sus derechos y exijan a sus docentes espacios para hablar de sus necesidades y deseos. Habilitó que las escuelas sean el lugar donde se entramen discursos y aprendizajes escolares que formaban parte del curriculum oculto y hoy se visibilizan en conceptos, ideas o saberes que toman forma frente a lo que en otros momentos eran opiniones, mitos o prejuicios. Permitió que la sexualidad y las diversidades puedan estar en las aulas, con igualdad de derechos y oportunidades en pleno ejercicio de su libertad. Posibilitó hablar de placer, del disfrute del cuerpo del derecho a prevenir o impedir situaciones de violencia. Proporcionó construir un vínculo de mayor confianza entre docentes y estudiantes, donde circula la palabra y se informa sin prejuicios.

Pero aún falta. Falta modificar el artículo 5 de la Ley 26150 que otorga una discreta intención a que cada comunidad educativa adapte la ESI «en función de las convicciones de sus miembros», desvirtuando los contenidos propuestos en el programa. Falta seguir capacitando y acompañando docentes en ejercicio para que puedan adaptar sus prácticas hacia una mirada que amplíe el respeto a la diversidad sociocultural, de géneros y de las personas con discapacidad. Falta fortalecer la transversalidad que garantice que todas las asignaturas desarrollen temáticas ESI. Falta consolidar una formación científica y laica para que las familias no opongan resistencias y acompañen este nuevo escenario educativo. Falta incorporar la educación digital dentro de la ESI para brindar herramientas efectivas para la prevención de delitos informáticos como el grooming o el sexting. Tal como lo demuestran las últimas evaluaciones Aprender, del año 2019, desarrolladas por el Ministerio de Educación de Argentina, el 92% de estudiantes afirmó haber recibido al menos un tema de ESI a lo largo de su escolaridad, abordados mayoritariamente en clases especiales y, solo un 16% de manera transversal.

La ESI cumple 15 años. No quiere vestirse de princesa estilo Disney ni que le hagan una fiesta con gente invitada para que la vean bailar el vals. Quiere que se le dé la entidad que tiene y que se la considere lo que es: un Derecho Humano en sí mismo que aporta el acceso a la información en temas relacionados con la salud, el cuidado del propio cuerpo y los derechos sexuales y reproductivos. Un derecho de cada estudiante y una obligación de cada docente del país.