Que el odio no nos tape el bosque

Mucho se habla en los medios de comunicación acerca de la incitación a la violencia que provocan los discursos de odio, pero ¿cómo llevarlos al aula? Según la página del Ayuntamiento de Barcelona, un discurso de odio es aquel que reproduce “…fomento, promoción o instigación (…) del odio, la humillación o el menosprecio de una persona o grupo de personas, así como el acoso, descrédito, difusión de estereotipos negativos, estigmatización o amenaza con respecto a dicha persona o grupo de personas y la justificación de esas manifestaciones por razones de “raza” , color, ascendencia, origen nacional o étnico, edad, discapacidad, lengua, religión o creencias, sexo, género, identidad de género, orientación sexual y otras características o condición personales.” La educación sexual integral propone trabajar en la escuela desde la perspectiva de los derechos humanos, no solamente para brindar información adecuada y científicamente validada sino también para propiciar el derecho a la participación del estudiantado en un clima de respeto y de diálogo permanente.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino

La escuela es, es a su vez, espacio público de convivencia participativa para la vida social, en el cual sus protagonistas interactúan de acuerdo a intereses, visiones del mundo y culturas diferentes. Esto constituye un proceso de construcción permanente no exento de tensiones, pero siempre orientado a promover una relación democrática entre los grupos involucrados, sus saberes, percepciones y acciones. El intento de magnicidio a la vicepresidenta de la Nación es un hecho que no puede pasar desapercibido en la escuela y merecen ser abordado desde una mirada reflexiva y respetuosa, a partir de los contenidos que proponen los diseños curriculares. Entre estos, aparece uno de los ejes de la Educación Sexual Integral: Ejercer nuestros derechos, en el cual se plantea, entre muchos otros, la importancia de respetar el derecho a vivir sin violencia.
Los discursos del odio y la incitación a la violencia que circula en redes sociales debe ser cuestionada en las aulas, no solo ante este hecho histórico de magnitud, sino también en cada uno de los temas donde se ponen en juego las diferencias y los posicionamientos político-partidarios de la sociedad. En el blog educativo Gloria y loor, bajo el título Apuntes para una didáctica del día después, sus autores editorializaron la importancia de reflexionar de manera colectiva este suceso de suma gravedad, desde propuestas pedagógicas para encarar el tema en cada nivel educativo, entendiendo que debe ser abordado desde las dimensiones éticas acerca de la violencia y sus consecuencias, respetando fundamentalmente la importancia de la defensa de la Democracia como sistema de gobierno y la importancia de desarrollar el pensamiento crítico.
En este contexto, adhiero a las palabras de Val Flores (2015), en su artículo Afectos, pedagogías, infancias y heteronormatividad. Reflexiones sobre el daño cuando plantea que “la escuela como institución social tiene una potencia transformadora, uno de sus fuertes desafíos es continuar alojando las identidades múltiples, con sus particularidades y especificidades. Desarticular los discursos de odio y desconocimiento para (re)inventar pedagogías emancipatorias, otras prácticas escolares, otros modos de vivencias cuerpos y afectos”. Si la ESI se sustenta en la importancia de valorar la afectividad, proponiendo como fin aprender a expresar sentimientos, emociones y pensamientos para promover el autoconocimiento, promover habilidades comunicativas para la resolución de conflictos a través del diálogo y ayudar a la toma de decisiones responsables y críticas en relación con los derechos, puede convertirse en la oportunidad para construir una mirada crítica desde el disenso y, así, transformar los discursos de odio que incitan a la violencia, la intimidación, la hostilidad o la discriminación en meras opiniones para ser puestas en debate desde una mirada de respeto, diálogo, escucha, intercambio y reciprocidad.

La ESI es una oportunidad para la convivencia, y se vuelve clave para el desarrollo de una ciudadanía democrática, clave para el desarrollo futuro, ya que permite formar un pensamiento crítico. En el artículo de Gloria y loor arriba mencionado, se remarca que “La escuela es el único y privilegiado lugar donde podemos compartir con otros y otras -nuestrxs alumnxs- miradas fuera de la lógica antagónica amigo-enemigo, corriéndonos por un momento de nuestras pasiones inmediatas sobre algunas figuras o sucesos políticos; donde la democracia no sólo puede tener lugar, sino que efectivamente tiene lugar como ámbito de deliberación de iguales, bajo la mirada profesional de lxs docentes”. Y agrega la importancia que debe tener el hecho de recordar que no debemos poner en el eje del debate nuestra opinión personal frente a temas de índole público, porque “el aula no es un café ni un asado familiar, lxs docentes tenemos que abordar sucesos de esta magnitud con la Ley de Educación Nacional, las leyes de educación jurisdiccionales y los diseños curriculares en la mano. Somos agentes estatales profesionales que distribuimos cultura, somos impulsorxs de una reflexión ciudadana crítica, democrática y justa”. Seamos promotores del cambio e impulsemos una sociedad donde la palabra odio carezca de sentido.